ARGOS
de Montserrat Álvarez
Argos, perro de Ulises, abre tus ciegos ojos,
el hombre no merece tu amor ni tu piedad,
el hombre a medianoche se mira en el espejo
y su rostro espantable se quiebra en carcajadas
El hombre es criatura que Satán ha forjado
amasando pedazos de materias monstruosas
y cuando ante sí ve su propia cara infame
a un presunto demonio con el dedo señala
Argos, perro de Ulises, no engañes más tu noble
ceguera que no entiende del Bien, trampa del Mal,
ni tampoco de éste, y que no ha conocido
la indignación virtuosa del que condena y odia
Dios te ha puesto en el mundo como Su testimonio
Iluminas la noche del alma de los hombres
En ti la vida alienta sin mancha de consciencia
y no hay en tus entrañas el signo de la Muerte
Cuando todo termina, al gran Ser que te hizo
surgir desde su hondura sobre su superficie
para correr un poco y retozar a veces,
te reintegras manso y en paz y sin rencores
Cuando nacéis sois varios, tus hermanos y tú,
como si de la pasta arcaica de las cosas
se dispersaran trozos gemelos y distintos
con el brío y la alegría de los hechos del Cosmos,
igual que una partida de estrellas, y en el lapso
de una jornada clara en la que no hay pecado,
saltáis sobre la tierra, llenándola de fuerza
Inédito, proximamente a publicarse en libro en la
Argos, perro de Ulises, abre tus ciegos ojos,
el hombre no merece tu amor ni tu piedad,
el hombre a medianoche se mira en el espejo
y su rostro espantable se quiebra en carcajadas
El hombre es criatura que Satán ha forjado
amasando pedazos de materias monstruosas
y cuando ante sí ve su propia cara infame
a un presunto demonio con el dedo señala
Argos, perro de Ulises, no engañes más tu noble
ceguera que no entiende del Bien, trampa del Mal,
ni tampoco de éste, y que no ha conocido
la indignación virtuosa del que condena y odia
Dios te ha puesto en el mundo como Su testimonio
Iluminas la noche del alma de los hombres
En ti la vida alienta sin mancha de consciencia
y no hay en tus entrañas el signo de la Muerte
Cuando todo termina, al gran Ser que te hizo
surgir desde su hondura sobre su superficie
para correr un poco y retozar a veces,
te reintegras manso y en paz y sin rencores
Cuando nacéis sois varios, tus hermanos y tú,
como si de la pasta arcaica de las cosas
se dispersaran trozos gemelos y distintos
con el brío y la alegría de los hechos del Cosmos,
igual que una partida de estrellas, y en el lapso
de una jornada clara en la que no hay pecado,
saltáis sobre la tierra, llenándola de fuerza
Inédito, proximamente a publicarse en libro en la
editorial El Billar de Lucrecia
1 comentario:
Y cómo quisiera tocar la pagina impresa...
leo como si nada más importara.
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