ARS POÉTICA II
Claro que es bello el nombre del Mar Rojo, del Mar Muerto,
del Mar Mediterráneo,
pues se ha de saber que la verdad de un nombre no se refugia
en su etimología
sino en lo que sobre él han depositado muchos hombres
e incontables siglos, sucesivas edades
de glorias y de muertes: la palabra no es sólo su raíz
también y más aún está hecha de historia
por eso entre otras cosas es que sabe decir
mucho más de lo que su pura raíz dice
He ahí uno de los secretos del arte del poeta:
decir lo más importante donde está la mudez y no la voz
-en apariencia, claro-
Pero también está toda esa humana vanidad de las palabras
y de cuanto celebra o tan sólo registra
los hechos y los sueños de los hombres
(¿no es el mundo, a fin de cuentas
la gran trampa de Satán?)
Para volver al ejemplo ya aludido, son por supuesto bellos
los nombres dados al mar
pero acaso el mar en sí, en su propio corazón oceánico, no se quiso nombrar
No pensemos necesariamente en un mar
muy significativo o importante
tal vez meramente en un pedazo tan brillante y azul como cualquiera
pero adorablemente irrelevante, no sé, el Mar
de las Sirtes, verbigracia: puede que incluso éste,
tan distante del gran protagonismo de los más memorables de sus pares,
en su móvil voluble musical corazón -que bonita
palabra para el mar, corazón,
palabra tan horrible en los humanos-,
hubiera preferido o prefiera pensarse sin un nombre, sin la definición
que un nombre encierra, sin su pertenencia, sin sus límites
Lo que no es propio como el nombre propio quizá quiere saberse
de todos y de nadie, quizá incluso
ni siquiera le baste con saberse para todos los hombres
y ninguno en concreto, quizá no sepa entienda ni desee siquiera ser humano
Hay en todos los mares, según creo, organismos vivientes
del sistema zoológico inferior y más primario
con hermosísimas pestañas vibrátiles: no tienen
pensamiento y no conocen
la vanidad del nombre
Tan primitivos son
que esas pestañas en ellos representan la sensación químicamente pura,
no especializada conforme a un carácter sensual dado -el tacto,
el oído, la vista-
La sensación en su forma más general y primera,
no sólo incontaminada de consciencia,
sino antes de toda determinación en uno
o más sentidos: la relación-en-sí
de alguien con un todo
sin distancia sin juicio sin vanas logorreas
Así están estos gentiles organismos en el Mar de las Sirtes
Para ellos es sin nombre, y tampoco se nombran a sí mismos
Y quizá todos los vastos corazones de los mares, sus oceánicas gargantas que cantan o
que susurran o que braman
no pronuncian tampoco nombre alguno puede que digan lo que siempre han dicho sin
nombres ni palabras y qué bien y qué hondo lo
dicen sin embargo
la evidencia pura lo real que se desnuda amante y hermoso como un joven dios habla
sin mediación de conceptos ni sílabas ni letras
como el Mar de las Sirtes sin ser tal para ellos habla a los bailarines de pestañas
vibrátiles que pueblan muchas aguas con sus
coreografías ignoradas como a veces el
amor habla a los hombres
para enseñarles que saben y que han sabido siempre algo vital pero que no se aprende y
ninguna palabra registra ni transmite algo que ya
conocen por sí mismos los labios y la piel y el
corazón -que sólo aquí es puro-
Así, como el mar llega, como el amor enseña, y no con las cansadas palabras de este
mundo, quiere hablar el poeta
2 comentarios:
La autora del poema es: Montserrat Álvarez.
Mon Serrat à moi:
Mala mar
Fa com els pràctics que, en petits falutxs,
sortien quan hi havia més perill,
les nits de temporal: la puta surt
maquillada de lluna, amb un somrís,
a la ressaca d’un mar vell, gruixut.
Quin mal temps els dissabtes a la nit,
i quants mercants amb mala mar als ulls,
sempre buscant el mateix port d’asil.
Pobre de tu si als ulls del teu amor
mai no has vist el somriure d’una puta.
Infortunat si, en arribar el mal temps,
als ulls del teu amor no veus venir,
amb un petit fanal, aquest falutx
que creua el temporal només per tu.
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