viernes, 10 de noviembre de 2006

Bonus trrack

BONUS TRACK (DE PUNK DESPEREZAMIENTO).

Ha llegado caminando, trayendo una bolsa voluminosa que le da evidentemente un aire bien dadá, con un leve quiebre de los labios que podríamos denominar como una posible risa ubú, un todo orgánico-anímico bastante trivial y aun repugnante, sobre todo si hacemos un zoom sobre su rostro muy de porno soft por lo enfáticamente animado que se lo ve en toda clase de visajes y suspiros, en contraposición a la rigidez y falta de vida en la zona pélvica, rockera, presleyana (un cuadro en general con fuerte trasfondo ultraidealista, si se tienen en cuenta las premisas tradicionales, claro está, que ubican el rostro junto a lo elevado, el alma, el bien y Dios; mientras que la zona púbica remite a lo bajo, los genitales, el mal y el Diablo), pero, por supuesto, nuestro héroe tiene un tercer elemento orgánico-funcional, el elemento dinámico de las piernas, piernas cuya caminata podría parecer a primera vista escasamente rasca en su sofisticación de ir trazando una delicada caligrafía sobre la geografía dura e ignota del asfalto, casi un paladeo baudeleriano del espacio por lo suave y artificioso, lo espontáneo y riguroso, lo crudo y cuidadoso con la sazón, al mismo tiempo, de sus pisadas, un discurrir excesivamente exquisito y aristocrático de unos órganos del cuerpo tenidos habitualmente por toscos e insensibles, sólo dotados para la patada (ya sea la del karate o la del fútbol), o aun estupidizantes y alienantes por su función cotidianamente disciplinaria (la línea pendular hogar-trabajo/trabajo-hogar), en todo caso, peca de un dandysmo algo anacrónico para nuestra época, vulgar en su apresuramiento y falta de respeto para con un acto tan vital y tonificante, casi una ceremonia individual, un culto ambulante, por ejemplo, entre los hindúes (“las ideas vienen caminando”); este desplazamiento tan generoso y noble a la vez de las piernas, casi oriental o filosófico, es notoriamente inaudito, es decir, uno lo ha dejado de ver hace rato, sólo algún loco en busca de su extraviada razón o un miserable callejero que lo ha perdido todo y ya no teme perder nada, suele hacer un uso tan santo de ellas, pero, sinceramente, deberíamos aplaudir esta devoción, esta sorge, el cuidado casi poético en la liberación de nuestro alado y bello par de miembros mal llamados “inferiores”.

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