sábado, 17 de diciembre de 2011

Cama adentro (con mbarakayá)




Ser el soñador ñembo suave y tranki onda Roberto Carlos mirando el mar num cd pirata del mercado 4, ser mesmo el demiurgo púa tarará que gestaba infinitos planes, el delicadamente feroz cortejante kunu´u, el mbarakaya compañero fiel y seductor, el amo y finalmente el desalmado verdugo, ser todo eso y seguir siéndolo en sus etapas sucesivas, fue pra mim un rito absorbente por donde se lo mire. Una maquinaria demasiado perfecta sobre la que yo ni tenía siquiera leves inquietudes, jamás se me ocurriría pensar que algo no funcionaría, que esa máquina nazi de volupia y aullidos alguna vez se desgastaría y perdería alguna de sus funciones.
Haberlo hecho por años fuera de la casa materna siempre tuvo su aderezo de placeres insospechados, pero tras la inexorable entrada a la adultez y con la consabida reclusión cada vez máis exasperante de mia sy, tan paranoika y chururu como cualkier usurera , tomé el poder de decidir todo . Así llegué a conseguir que cada pokyra que entrase a laburar a mia casa, trajera al menos un gato (mejor gata).Tal ha´e pra mim el esplendoroso cumplimiento de mis meros deseos ancestrales, me sentía lleno de un poder turbador, puretemente maligno. Me deleitaba tener como un sentido extra, mbareté y oscuro que deshacía todo obstáculo che raperáme, iba resoplante o babeante como um mazinger beim hevy, aunke solito, aunke en silencio y sin querer llamar la atencione di maavea.
Al segundo año de mi reinado zoofilico, gatuno maravishu aguardentoso, yo me sentía el pepino máis velde y feliz bajo uma sempre abundante lluvia de gatos y yiyis de whatever pelaje. La experience daba poco a poco a mia cara un aire diferente, como de monseñor o de jardinero de kosinski . Solo mis manos eran las mismas, esas de siempre, sartreanas, pecosas y de gruesos dedos, inquietos, hurgadores, afanosos como culebras, pero no ciegos, esas mias manos sempre prestas al escamoteo del placer, rondando trompos y balitas gastadas, liando porros, manos pajeras, lisérgicas y de agarrar piraís y matar teyus. Alguna vez cuando fui ayudante num aserradero de Canindeyu llegué a pensar seriamente en cortarme esas delatoras manos con la sierra circular en la que terminaban sus dias los rollos de arboles que medían al menos 10 abrazos de diametro . Y pareciera que son mis manos las que sapyante nel fio del ko´e yu me arrastran al pasado. Y fico sentado en medio del somier(incautado quien sabe a qué cliente de mia sy que no pudo pagar a tiempo su préstamo)y entreverados en las sabanas hay un mar de gatos cheirosos y agonizantes,fabricando chanel so pra mim. Y es asim que me pongo nel piloto automático das lembranzas,me viene um kind of techagaú al pensar nesas 17 pokyras bareley legal,todas hechadas a patadas por cualkier pretexto que se me ocurriera y sin pagarles nada e incluso amenazándoles con mi tio, viejo abogado stronista, chake mitakuñas les gritaba desde atrás del portón candadeado "ikatu poro demandá por hurto, invasión de propiedad,por endrogadas, ere erea, asim que vai embora pee con el viento y tutti tranki".

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