sábado, 1 de marzo de 2008

Saudades (de Matheus)

I.
buenos días, dijo el principito
buenas noches, dijo el farolero
y es así como nos hablamos
en tus mañanas y mis noches
II.
Nuestras voces son letras que se piensan dos veces
y eres el instante al desparramar los fósforos en la cocina
y recogerlos uno ano, cada uno con un parpadeo.
Eres, a veces, la bola de lana desmadejándoseme dentro.
Como muchas sentencias cortas dichas el mismo día,
y siempre con unas palabras que pesan como elefantes.

III.
Hay que caminar varias cuadras para llegar y aunque es peligroso, siempre prefiero ir de noche. Atravesar el puente es la mejor parte. Por debajo. Inhalar ese olor a orín seco y a periódicos viejos. Apretar el paso. Jugar con la geometría de los paralelipípedos, es decir, de los adoquines ajedrezados. Es uno de los caminos favoritos, especialmente a esa hora, cuando todo está cerrando y aún hay algunas personas en las paradas de ómnibus que parece que van a alguna parte a donde alguien los espera. A mí nadie me espera, soy prescindible para todos. Puedo desaparecer.


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