martes, 6 de noviembre de 2007

Ay, como el agua

Siempre habrá vasos vacíos con agua de la ciudad,
la nuestra es agua de río mezclada con mar

-Los fabulosos

Llegar mojada a tu casa
nunca más será
llegar debajo de la lluvia.

Ver llover,
sólo si se está adentro de otro,
falta a los excesos de la tres de la tarde
y a los sudores que acostumbro
en lugar de la siesta
de las puertas abiertas,
en agosto.

Será una tarde fría y líquida
toda mi estadía en tí,
una fiesta de ecos mudos
lo tácito de las pieles erizadas
el preámbulo a un resfrío seguro
mi cuerpo que se escurre desnudo.

Y la tuya y mi lengua
se guardarán en silencio
como dos larvas húmedas
que se enroscan hacia dentro
de su caracol cóncavo
buscando de la caverna
la tierra y el hueco.

Déjate llover. Lluéveme adentro.
Que mi agua de puerto salado
moje la tuya de puerto dulce
hasta inundarte los oídos
con el ruido de los aguaceros
que golpean las ventanas
llorando de rabia porque no son mar.

Clávame los dientes
(o cualquier otra cosa).
O haz desaparecer mi cuerpo
a pedazos en tu boca.

...hablando de colchones
que se calientan con botones
y yo, que me caliento en el tuyo.

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