miércoles, 24 de octubre de 2007

Los zapatitos (de Anita Sal)

No me aprietan. Me quedan perfectos, rojos. Tienen un salto de três andares y siete pisos, para lanzarme taca abajo y quebrarme la rompe-cabeça. Son los zapatos de cumpleaños, mi nueva arma de seducción ahora que tengo um colchóón gigante em que puedo dar vuelta y vuelta como uma panquequa, um crêpe, um xis nojento. Sin entusiasmarme demasiado, que todavía no tengo cama, pero colchón es um paso hacia adelante com mis nuevos zapatitos rojos, uma señal inequívoca de sedentarismo. No hay lugar como el hogar, no hay lugar como el hogar, no hay lugar como el hogar.

Y ese lar de segunda mano, OZ, colchón o matre, lecho de sábanas descombinadas, de lençóis emprestados, de sacos de dormir abiertos y almohadas de viajeros será la sede de mí. Grandes días lê esperan. Ya me lo decía Cristóbal que lo tengo tan bien merecido, que de la pela que lê voy a dar lê sacaré el jugo de alguna misteriosa fruta brasileira. Caju o guaraná, quién sabe. Dormir, leer, escribir, fumar, comer, transar, chingar y esse tipo de cosas. Em el colchón de noche y a deshora, como em el escritório.

He combinado com Ieu que dividirá conmigo el aniversario y la fiesta. Iré de zapatos rojos y alguna outra cosa (poca cosa) para celebrar los veintitres otoños pasados y esta primavera que desde los flamboyanes azules se despetala sobre la rua. Ieu habrá invitado a la novia de Igor, pero me faltarán mi querido Matos y me querido Tió que van de avión a alguna parte. Nada de protectores. Si me caigo de los tacos rojos y me mato, tendrán que adelantar el regreso para no perderse también el funeral. Que me velen com los saltos rojos puestos, por favor.

+ em http://www.nomadasincama.blogspot.com/

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