sábado, 6 de octubre de 2007

Inmaculada concepción



Él vino a la mañana muy temprano.
"No quiero que me temas", eso dijo.
"Yo vengo nada más que a hacerte un hijo;
será para los hombres un hermano"

Miré bien a la cara a este fulano;
miraba como un loco: el ojo fijo.
Su cuerpo, pura luz, un amasijo,
con la poronga grande de un profano.

Mirá el chamuyo con el que me vino...:
"hermano de los hombres", ¡qué falacia!
Me dijo: "no temáis que soy divino".

En fin..., no le faltaba perspicacia.
Me puso a cuatro patas, y el cretino,
en seco la metió, por obra y gracia.

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