No pudimos tolerar tanta realidad
trazamos rígidas líneas en el cielo
en cada espacio conjuramos a un dios
a cada dios sacrificamos un hijo
por cada hijo nos golpeamos el pecho
y a cada golpe una palabra nueva
era una nueva invocación.
Pero la tierra se bebió la sangre
el tiempo consumió la cera en los altares
envejecimos y contamos los días
los sumamos
pesamos las palabras.
El resultado fue el mismo:
ruido insoportable ruido.
Entonces nos sentamos
y como niños
jugamos con tierra entre los dedos
balbuceamos una canción elemental.
* En la antología Poesía de la Feria (Ed. Catálogos, Bs. As., 2000.)
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