de vuelta del externo
retorno, de nueva germania, su hermana (facha)
le regala un paraguas
a nietzsche, cuyo olvido
es bien conocido, hay parajes y promontorios
enteros escritos sobre
tal olvido
como el de heidegger – del olvido
del aguayo
del lector, del lector, digo, por antonomasia
paceño de nietzsche, saenz, menos se sabe;
a juzgar por los restos de semen encontrados entre sus hilachas,
el escritor de recorrer esta distancia lo usaba de continuo
para hacerse la paja (semen
tiende a ser comparado con tinta
de pluma o lápiz que es falo
que escribe en una virgen que es página –
toda colonización se concentra en esa metáfora
que olvida
que nunca hubo inmaculada, puro
abismo, sino palimsesto, de cierto; por demás
ahora que casi nadie escribe con plumao lápiz
sino con teclas, mano a mano,
semen tiende a ser relegado del jardín de las metáforas
del jardín
donde aún estoy, cómo no, anacrónica, un tris, lloviendo) .
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