miércoles, 21 de noviembre de 2007

Quiero llenar todos tus huecos, dijiste bajito

Disse-me depois –e nesse dia chovia como agora-que vinha de um mundo paralelo, e traçou con dedos cruzados estranhos signos no espaço que separava sua boca da minha.

Caio Fernando Abreu: O ovo apunhalado

Era perfectamente natural que te acordaras de él a la hora de las nostalgias, cuando uno se deja corromper por esas ausencias que llaman recuerdos y hay que remendar con palabras y con imá-genes tanto hueco insaciable.

Julio Cortázar: Final del juego



Un día cualquiera abrí los ojos y me desperté en otra cama. El hueco que había a mi lado, de tu tamaño y dimensiones, deletreaba soledades todavía en español. (Hoy, creo que las deletrea en portugués, aunque comete muchos errores).

Traté de imaginar que era lo que te tuvo ese tiempo abrazado a mi cintura. Quizás el hueco de mi ombligo, sospeché. Trate de imaginar haciendo un esfuerzo aún mayor si es que tú también te habías encontrado un hueco, de mi tamaño y dimensiones, a tu lado. Bah, me sorprendí. Claro que no. No había ni tiempo suficiente para que se enfriaran las sábanas. Supe, a ciencia cierta, que el hueco no te acompañaba en la cama. Y empecé a imaginar entonces un hueco con la capacidad de desplazo.

Tú eres ese de los desplazos, el tiempo y el espacio; esas fórmulas. Tú quien puedes decirme mejor que nadie si los huecos se desplazan o no, si se multiplican. O por lo menos digamos que para tí está más claro que para mí lo que es uno de esos agujeros negros en el espacio. Por ejemplo, para tí sería fácil decirme cuánto mide el gigantesco hueco de la sala de mi casa que sólo tiene un sofá. Es parecido con una pista de baile. Y si ese hueco es el mismo hueco que dejó entre mis cosas todo lo que te devolví: libros, CDs, colchones inflables...Y si será ese el hueco que quedará cuando retire a la pileta ese vaso en el que te bebiste la última cerveza, ese vaso que lleva una semana ahí.

Si se desplazan los huecos, como en mis caprichos, entonces el hueco de mi tamaño y dimensiones te acompaña en la cocina y se sienta a esperar su desayuno de pan con alguna cosa. Es un hueco al que normalmente no le gusta desayunar, a no ser que el desayuno venga de ti, a no ser que seas tú quien revuelva con la cuchara el chocolate en la leche.

El hueco a veces se sienta en el carro y saca la cabeza por el hueco de la ventana como si fuera un perro. Entonces se suma a la nada de allá afuera y se esfuma a pedacitos. Es un hueco que se escapa por el hueco de la ventana, como las notas del pagode, como el papo monótono del narrador del partido de fútbol. Es una presencia vacía como un fantasma debajo de la cama que se rehúsa terminantemente a jalarle las patas a quien duerme.

Y claro, el hueco con mi tamaño y dimensiones está con un eterno vaso de cerveza en la mano, esperando que se acabe la botella, para abrir la otra, esperando que se acabe la otra, para abrir la noche, esperando que se acabe la noche, para saltar en tu cama, donde sería un hueco que no cabe, con mi tamaño y dimensiones, entre ustedes dos.

Y en seguida me di cuenta, que es que no hay espacio para el hueco ni en la cocina, ni en la cama, ni en el carro, ni al otro lado de la cerveza porque todos los lugares están ocupados. Y me pregunto dónde estará el hueco cuya existencia ya hemos reconocido y que sabemos que es un hueco, de mi tamaño y dimensiones, con una presencia considerable y una ausencia indiscutible. Y ahora no estoy hablando del hueco que dejará ese último lingerie olvidado en ese cajón donde lo tienes escondido el día que decidas devolvérmelo. Ese y otros huecos se me habrán quedado en tu casa.

Pero este hueco será que lo llevas por dentro como una miniembolia que algún día acabará por reventarte el corazón. Será que te recorre por dentro con toda su capacidad de hueco desplazable, por el camino rojo de tus venas. Será que exhalas hueco por el hueco de tu nariz, que inhalas hueco por el hueco de tu garganta. Que el hueco lo llevas en los pulmones, un hueco tan resbaloso cuanto tu boca mojada y hueca

Será el mismo hueco aquel, que despertó un día conmigo en esa otra cama, el hueco que llevo entre las piernas, en mi caso.

No hay comentarios.: