Carta de una cucaracha a otra..
Me gusta que me encandiles con tu indiferencia, y me aplastes como a una cucarachita albina, cada vez que me brindás una mínima dosis de tu atención…
Me encanta que me mantengas gélida en el freezer, y me descongeles de tanto en tanto, como a un cadáver carcomido por el tiempo, y picotees lo poco que queda de carne necrótica, pronto sólo quedaran mis huesos bañados por el polvo…
No sabés todo lo que me mambean tus silencios, tu inercia existencial, tu mirada sin ningún atisbo de expresión. Si la nada se pudiera materializar, creo que viviría en tus ojos, que son como dos espejos rotos en donde me miro, y se refleja una imagen petrificada. Tus ojos, son como dos agujeros negros, en donde la fuerza gravitatoria me empuja hacia la repulsión y el desdén, el tedio y la lástima. Una abrumadora y detestable lástima…
Si, tu mirada me obnubila, porque es como caer ciega por un acantilado, en donde sólo se siente la brisa, y tus demás sentidos no existen. Es eso, no pensar por unos segundos, no divagarse con estas y otras cosas, es como quedarse en off, cuando sobreviene la tensión y el dolor, en busca del éxtasis que nunca llega. Y es ahí cuando transito por diferentes escenarios, bosques siniestros, tumbas sin fondo, abismos sin retorno, una cueva inhabitada en tu ombligo, ahí me gustaría vivir, ser una ermitaña en el túnel del olvido, aquel tubito coagulado por donde alguna vez succionaste, y por donde alguna vez vas a expirar, un trocito rugoso de piel, tu conexión con el mundo, y el pasadizo por donde pasa el fantasma de la ausencia.
Sé que tus herméticos silencios sepultan a tus crueles palabras. De todas formas las puedo escuchar, y aclaro que no se trata de alucinaciones auditivas, sino de mis paranoias y mi auto flagelación. Es como… cuando reverbera un zumbido molesto en tus oídos y te retumba hasta las entrañas, es parecido a un canon de gemidos, y cuando lo querés escuchar de nuevo se pierde en un eco, y lo querés atrapar como a una mariposa que vuela alto, muy alto, pero el sonido se torna ruido y ya no es el mismo. Entonces, comienzo a rumiar soliloquios de lamentos en mi cajita mental de música, y me quedo atrapada en mi propia sombra, convulsionando y en ruinas, agazapada en un rincón de la penumbra. En aparente mutismo y estática doy vueltas y vueltas, como una calesita abandonada cuando es sacudida y violada por el viento. Lo podés escuchar??? Sé que no, en fin, para mí sos como un clavicordio antiguo con sonidos distorsionados, y me gusta, me gusta mucho…
Pero me destrozás, me desconcertás, y a la vez me mantenés alerta. Sé que al caminar por tu isla, me voy a tropezar con una de esas aberturas pobladas de lunares, y voy a pasar de un mundo mágico a un mundo siniestro, y que el mal trance no va a terminar, y que siempre voy a sentir el repique de mis pulsaciones taladrándome el pecho hueco, y que tus garras me van a acariciar la espalda, como una bestia que acecha a su presa pero no la aniquila, como una estaca que lastima pero no mata, como un machete que me rebana la sien. Sentir temor no es suficiente, solo el horror podrá sosegarme.
Sin embargo me complace sentirme acorralada, que me mantengas en el suspenso, saber que en cualquier momento podés cerrar la mano y poner fin al juego, es más, que ya lo hiciste. Es el momento justo en el que pierdo el control y me arrojo al vacío. Es la desazón y el placer de sentirme un despreciado objeto, cuando sé que en realidad soy mucho menos que eso. Y es algo que vos, desde tu omnipotencia esnobista y tus ridículos e irrisorios delirios de grandeza, jamás lo vas a comprender…
Y si, es eso y soy eso, la metamorfosis de una larva que se arrastra y sigue el curso de tus venas, hasta llegar a la cima de tu manzana de adán, después de descansar en todos los surcos que te demarcan, y desembocar en tus comisuras inertes, en tus labios carnosos que saben a sangre añeja…
Es eso, saber que me podés atrapar de un solo zarpaso y morder lentamente, triturarme hasta sentirme diluida en tu saliva, pasar a formar parte de tu bolo alimenticio y palparte por dentro…
Pero no puedo quedarme en vos, soy ácida y letal, lo reconozco. Tu organismo se revuelve al ritmo de las contracciones guturales, regurgita y me vomita. Ahora soy una masa tibia y pegajosa que se contorsiona en el suelo, y se expande hasta quedar tendida como una sucia alfombra bajo tus pies…
Es solo eso, camuflayar lo obvio y dejarse llevar por lo inesperado, mientras por dentro te hacés bosta y te sentís cada vez más basurita. Si, es eso, cada vez cuesta más producir noradrenalina, sobretodo cuando los neurotransmisores tienen una escasez densa de cerotonina, bonita forma de decir que te sentís triste, muy triste…
P.D.1: Está bien, lo acepto, no siento, al menos no como lo pensás, no estoy muerta de amor ¿? por vos, estoy muerta por la desidia que me provoca mi propia existencia, así que no sos vos, soy yo. Así como también no soy Alejandra ni sos Martín, no sos Iribarne ni soy Castell, es más, tenías razón y ahora te la doy, soy la conjunción de lo peor, lo más aberrante, un ser sin escrúpulos, un monstruo sarnoso que se lame las heridas. Lo asumo, soy la escoria humana en su mayor esplendor, una seudo psicópata existencialista. Mi combustible es el dolor, y eso me genera una taladrante angustia. Es cuando me acosan caóticas ideas, además de la constante persecución de mis recuerdos diluidos, abarrotados de miserables vivencias, en donde la soledad se vuelve un culto de la misantropía. Por unos leves instantes, casi imperceptibles, sobreviene la calma. Pero de nuevo me abruma el hastío… el hastío que nunca acaba.
P.D.2: Y es eso, simplemente te necesito porque me hacés sentir casi nada, pero la necesidad es a veces como una bolsa llena de agujeros, cargada con abundante estiércol, en donde las heces, por la presión ejercida entre ellas, se van arrojando una tras otra al vacío. Y es cuando tenés la macabra sensación de ser un desperdicio en el medio del camino, un resto del sobrante ya reciclado. Y es cuando escuchás discursos demagógicos acerca de los abatares de la vida. Y es cuando un farsante se quita la careta frente a otro, y deja de regalar estúpidas sonrisitas seductoras. Y es cuando asumís tu condición de cosidad, de ser un títere gobernado por un muñeco de trapo. Y es cuando te sumergís en un estado de putrefacción, abulia, apatía y ensimismamiento. Y es cuando te cansás de ser la mugre que anida en la oscuridad de las madrugadas. Y es cuando te asfixian en nombre de falsas visiones. Y es cuando la humillación envenena tu torrente sanguíneo y lo satura de miedo. Y es cuando te estallan por dentro infinitas partículas de rencor. Y es cuando esa amargura rancia toma matices de rebelión. Y es cuando tenés una sutil añoranza de tu pasado caníbal. Y es cuando salís de tu estado de zozobra para emerger en medio del desagüe cloacal estancado en tu demencia. Y es cuando te percatás de que sos una miguita de pan mohoso, un ser desechable, un ser sustituible en medio de un mundo de cucarachitas. Y es además el momento en el que realmente te das cuenta, vaya paradoja, de que te coronaron la reina de las cucarachitas albinas, por ser la cucaracha más insulsa. Esa si que es la tempestad en medio de todas las atrocidades, la peor de las pesadillas y las realidades, pero aún más patético y vergonzoso sería no reconocerlo. Es ahí cuando tu absurda vidita comienza a tener un absurdo sentido. Es ahí cuando albergás la estéril y senil esperanza de ser la depredadora de tu propia raza, la que extermine a las cucarachitas que residen en el fondo de tu pestilente conciencia, la que ponga punto final a la monarquía de la suprema cucarachita albina…
P.D.3: Como lo dijo Cioran… “fuera de la dilatación del yo, fruto de la parálisis general, no existe ningún remedio contra las crisis de abatimiento, contra la asfixia en la nada, contra el horror de no ser más que un alma dentro de un salivazo… y cuánto más difuso es el objeto de una pasión, mejor ella nos destruye, la mía fue el hastío: sucumbí a su imprecisión” (Silogismos de la amargura).
P.D.4: Y como lo dijo Sábato… “porque la vida es un perpetuo desencuentro, y a alguien que encontramos en nuestro camino, no lo queremos cuando él nos quiere, o lo queremos cuando él ya no nos quiere, o después de muerto, cuando nuestro amor es ya inútil” (Abaddon, el exterminador).
Mónica Britos Esquivel.
Me gusta que me encandiles con tu indiferencia, y me aplastes como a una cucarachita albina, cada vez que me brindás una mínima dosis de tu atención…
Me encanta que me mantengas gélida en el freezer, y me descongeles de tanto en tanto, como a un cadáver carcomido por el tiempo, y picotees lo poco que queda de carne necrótica, pronto sólo quedaran mis huesos bañados por el polvo…
No sabés todo lo que me mambean tus silencios, tu inercia existencial, tu mirada sin ningún atisbo de expresión. Si la nada se pudiera materializar, creo que viviría en tus ojos, que son como dos espejos rotos en donde me miro, y se refleja una imagen petrificada. Tus ojos, son como dos agujeros negros, en donde la fuerza gravitatoria me empuja hacia la repulsión y el desdén, el tedio y la lástima. Una abrumadora y detestable lástima…
Si, tu mirada me obnubila, porque es como caer ciega por un acantilado, en donde sólo se siente la brisa, y tus demás sentidos no existen. Es eso, no pensar por unos segundos, no divagarse con estas y otras cosas, es como quedarse en off, cuando sobreviene la tensión y el dolor, en busca del éxtasis que nunca llega. Y es ahí cuando transito por diferentes escenarios, bosques siniestros, tumbas sin fondo, abismos sin retorno, una cueva inhabitada en tu ombligo, ahí me gustaría vivir, ser una ermitaña en el túnel del olvido, aquel tubito coagulado por donde alguna vez succionaste, y por donde alguna vez vas a expirar, un trocito rugoso de piel, tu conexión con el mundo, y el pasadizo por donde pasa el fantasma de la ausencia.
Sé que tus herméticos silencios sepultan a tus crueles palabras. De todas formas las puedo escuchar, y aclaro que no se trata de alucinaciones auditivas, sino de mis paranoias y mi auto flagelación. Es como… cuando reverbera un zumbido molesto en tus oídos y te retumba hasta las entrañas, es parecido a un canon de gemidos, y cuando lo querés escuchar de nuevo se pierde en un eco, y lo querés atrapar como a una mariposa que vuela alto, muy alto, pero el sonido se torna ruido y ya no es el mismo. Entonces, comienzo a rumiar soliloquios de lamentos en mi cajita mental de música, y me quedo atrapada en mi propia sombra, convulsionando y en ruinas, agazapada en un rincón de la penumbra. En aparente mutismo y estática doy vueltas y vueltas, como una calesita abandonada cuando es sacudida y violada por el viento. Lo podés escuchar??? Sé que no, en fin, para mí sos como un clavicordio antiguo con sonidos distorsionados, y me gusta, me gusta mucho…
Pero me destrozás, me desconcertás, y a la vez me mantenés alerta. Sé que al caminar por tu isla, me voy a tropezar con una de esas aberturas pobladas de lunares, y voy a pasar de un mundo mágico a un mundo siniestro, y que el mal trance no va a terminar, y que siempre voy a sentir el repique de mis pulsaciones taladrándome el pecho hueco, y que tus garras me van a acariciar la espalda, como una bestia que acecha a su presa pero no la aniquila, como una estaca que lastima pero no mata, como un machete que me rebana la sien. Sentir temor no es suficiente, solo el horror podrá sosegarme.
Sin embargo me complace sentirme acorralada, que me mantengas en el suspenso, saber que en cualquier momento podés cerrar la mano y poner fin al juego, es más, que ya lo hiciste. Es el momento justo en el que pierdo el control y me arrojo al vacío. Es la desazón y el placer de sentirme un despreciado objeto, cuando sé que en realidad soy mucho menos que eso. Y es algo que vos, desde tu omnipotencia esnobista y tus ridículos e irrisorios delirios de grandeza, jamás lo vas a comprender…
Y si, es eso y soy eso, la metamorfosis de una larva que se arrastra y sigue el curso de tus venas, hasta llegar a la cima de tu manzana de adán, después de descansar en todos los surcos que te demarcan, y desembocar en tus comisuras inertes, en tus labios carnosos que saben a sangre añeja…
Es eso, saber que me podés atrapar de un solo zarpaso y morder lentamente, triturarme hasta sentirme diluida en tu saliva, pasar a formar parte de tu bolo alimenticio y palparte por dentro…
Pero no puedo quedarme en vos, soy ácida y letal, lo reconozco. Tu organismo se revuelve al ritmo de las contracciones guturales, regurgita y me vomita. Ahora soy una masa tibia y pegajosa que se contorsiona en el suelo, y se expande hasta quedar tendida como una sucia alfombra bajo tus pies…
Es solo eso, camuflayar lo obvio y dejarse llevar por lo inesperado, mientras por dentro te hacés bosta y te sentís cada vez más basurita. Si, es eso, cada vez cuesta más producir noradrenalina, sobretodo cuando los neurotransmisores tienen una escasez densa de cerotonina, bonita forma de decir que te sentís triste, muy triste…
P.D.1: Está bien, lo acepto, no siento, al menos no como lo pensás, no estoy muerta de amor ¿? por vos, estoy muerta por la desidia que me provoca mi propia existencia, así que no sos vos, soy yo. Así como también no soy Alejandra ni sos Martín, no sos Iribarne ni soy Castell, es más, tenías razón y ahora te la doy, soy la conjunción de lo peor, lo más aberrante, un ser sin escrúpulos, un monstruo sarnoso que se lame las heridas. Lo asumo, soy la escoria humana en su mayor esplendor, una seudo psicópata existencialista. Mi combustible es el dolor, y eso me genera una taladrante angustia. Es cuando me acosan caóticas ideas, además de la constante persecución de mis recuerdos diluidos, abarrotados de miserables vivencias, en donde la soledad se vuelve un culto de la misantropía. Por unos leves instantes, casi imperceptibles, sobreviene la calma. Pero de nuevo me abruma el hastío… el hastío que nunca acaba.
P.D.2: Y es eso, simplemente te necesito porque me hacés sentir casi nada, pero la necesidad es a veces como una bolsa llena de agujeros, cargada con abundante estiércol, en donde las heces, por la presión ejercida entre ellas, se van arrojando una tras otra al vacío. Y es cuando tenés la macabra sensación de ser un desperdicio en el medio del camino, un resto del sobrante ya reciclado. Y es cuando escuchás discursos demagógicos acerca de los abatares de la vida. Y es cuando un farsante se quita la careta frente a otro, y deja de regalar estúpidas sonrisitas seductoras. Y es cuando asumís tu condición de cosidad, de ser un títere gobernado por un muñeco de trapo. Y es cuando te sumergís en un estado de putrefacción, abulia, apatía y ensimismamiento. Y es cuando te cansás de ser la mugre que anida en la oscuridad de las madrugadas. Y es cuando te asfixian en nombre de falsas visiones. Y es cuando la humillación envenena tu torrente sanguíneo y lo satura de miedo. Y es cuando te estallan por dentro infinitas partículas de rencor. Y es cuando esa amargura rancia toma matices de rebelión. Y es cuando tenés una sutil añoranza de tu pasado caníbal. Y es cuando salís de tu estado de zozobra para emerger en medio del desagüe cloacal estancado en tu demencia. Y es cuando te percatás de que sos una miguita de pan mohoso, un ser desechable, un ser sustituible en medio de un mundo de cucarachitas. Y es además el momento en el que realmente te das cuenta, vaya paradoja, de que te coronaron la reina de las cucarachitas albinas, por ser la cucaracha más insulsa. Esa si que es la tempestad en medio de todas las atrocidades, la peor de las pesadillas y las realidades, pero aún más patético y vergonzoso sería no reconocerlo. Es ahí cuando tu absurda vidita comienza a tener un absurdo sentido. Es ahí cuando albergás la estéril y senil esperanza de ser la depredadora de tu propia raza, la que extermine a las cucarachitas que residen en el fondo de tu pestilente conciencia, la que ponga punto final a la monarquía de la suprema cucarachita albina…
P.D.3: Como lo dijo Cioran… “fuera de la dilatación del yo, fruto de la parálisis general, no existe ningún remedio contra las crisis de abatimiento, contra la asfixia en la nada, contra el horror de no ser más que un alma dentro de un salivazo… y cuánto más difuso es el objeto de una pasión, mejor ella nos destruye, la mía fue el hastío: sucumbí a su imprecisión” (Silogismos de la amargura).
P.D.4: Y como lo dijo Sábato… “porque la vida es un perpetuo desencuentro, y a alguien que encontramos en nuestro camino, no lo queremos cuando él nos quiere, o lo queremos cuando él ya no nos quiere, o después de muerto, cuando nuestro amor es ya inútil” (Abaddon, el exterminador).
Mónica Britos Esquivel.
del libro inèdito:
Jugo Loco reloaded (doble para kurepas curtir), ultima poesìa paraguaya, que incluye a
Kanese, Pessolani, Pou, Britos, Méndez, Viveros, Álvarez, Bogado, Fariña, Casco, Colombino, Montesino...Buenos Aires, 2008
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