martes, 30 de octubre de 2007

Meursault

Cuando la otra, la niña que fuera, adolescente de todo, saltando el cordel en Sorata, llegó, a mis manos, a mis ojos, manojos de otras lenguas, de otras tierras, de otras historias, del extranjero: Meursault, Muero-salto, Madre-salto. Y yo, la niña que fuera, leía El extranjero como quien lee la palma de su mano. Aujourd’hui, maman est morte. Hoy. Ou peut-être hier. Tal vez. J’ai reçu un télegramme de l’asile: “Madre muerta. Entierro mañana. Sentido pésame”. Cela ne veut rien dire. Era talvez ontem. Ontem ou ante-ontem. Mamá habrá muerto. Falleciera. Cede. Decede. Salta. Interminablemente salta. Como la lengua. Como la madre. Como el portuñol selvajem también. Salta. Como Sorata. Que en aymara. En lengua aymara dice: lo jurado. A su modo, emprestado, pues, juramento. Extranjero es el idioma materno. Que no hay. Por eso mis amigas de ese otro borde, de Ciudad Juárez, de esa otra frontera, optan por hablar en prótesis, naturalmente (dicen: en lengua posmaterna), permanecen atrapadas con todo, sin trampa empero, en la vera concha de su madre, madre de todas las conchas. Abran cancha, les digo, cancha a lo que no habrá tenido nombre, ni nativo ni alternativo. Tal Sorata. La sopa paraguaya comiéndose (cayéndose) a pedazos. El chairo quechuaymara en la punta de la lengua. La extraña. Otra vez en casa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sólo pensaba que iba a comentar y decir que gran tema, ¿lo de código por sí mismo? Realmente parece excelente!